Esta mujer se llama Kayla y es una estudiante que, además, realiza servicios de voluntariado en un refugio animal. Kayla encontró en el refugio a un pitbull, Russ, con el que notó una conexión especial. “Era un perro callejero que había sido muy maltratado. Le faltaba piel en su cola y orejas y estaba muy delgado”. “Estaba allí sentado mirándome y pensé … me lo tengo que llevar ahora mismo”.
Lo tuvo que hacer rápido, porque en el refugio habían puesto ‘a dormir’ a 15 perros. Así que, al día siguiente, firmó papeles de adopción. A partir de entonces: “Una noche estaba sentada en la silla, haciendo tarea, y él intentaba encontrar formas de abrazarme”. Facebook