marcianos
Que te alcance un rayo es algo que tiene realmente pocas probabilidades, pero ocurrir, ocurre. Toda esta gente es un testigo de ello. No solo fueron alcanzados por un rayo, sino que sobrevivieron. Creerlos es fácil cuando ves lo que el impacto dejó marcado en su piel. Imagina que te alcanza un rayo capaz de calentar el aire a 27.000 grados o hasta 1.000 millones de voltios de electricidad. Parece que todos volvieron a nacer y, de paso, se ahorraron visitar a un tatuador: allthatisinteresting
Las probabilidades de que te alcance un rayo es de 1 entre 300.000
El 90% de los golpeados por un rayo subreviven, pero la descarga produce marcas en su piel
Se conoce como la figura Lichtenberg
Un rayo puede calentar el aire a 27.000 grados
Eso es cinco veces más caliente que la superficie del Sol
Un rayo también puede alcanzar 1.000 millones de voltios de electricidad
Cuando esta cantidad de energía te golpea, se producen pequeños cortocircuitos en las señales eléctricas de tu cuerpo, incluyendo sistema nervioso y corazón
Puede suponer daños importantes
También puede dañar tus ojos
Causar agujeros en la retina y cataratas
En el caso de los hombres puede inducir incluso impotencia
Las fibuguras de LIchtenberg son el resultado de los rayos moviéndose por la superficie de la piel
Afectando a las células sanguíneas de los capilares
Winston Kemp fue golpeado por un rayo en el 2011
Irónicamente, el hombre era electricista
“Salí fuera de mi casa, al jardín”
“Entonces vi que un rayo golpeaba el jardín del vecino, fue brillante y ruidoso, pero no sentí nada”
“Cuando volví dentro, no parecía que hubiera pasado nada, pero una hora después me fijé en el brazo y vi las marcas”
“Unas horas después me empezó a preocupar. El día siguiente fue malo. Las marcas se fueron formando y eran grandes, siguieron creciendo durante una semana”
Los rayos golpean el suelo millones de veces cada mes
Y también pueden marcar campos y césped
Así que en los campos de golf es habitual encontrar figuras Lichtenberg
Se llaman así por un científico alemán, Georg Christoph Lihtenberg, quien las estudió
